La mayoría de los estudios realizados
hasta la fecha sobre la biodiversidad vegetal de los ecosistemas
agrícolas y las medidas que se aplican en España para conservar la
diversidad en los cultivos extensivos de cereales (reducir la
utilización de pesticidas y fertilizantes, restringir las prácticas
agrícolas en ciertas fechas y dejar sin cultivar una pequeña parte de
las parcelas) solo afectan a la composición florística local. Sin
embargo, un estudio ha comprobado que la biodiversidad total del medio
agrícola depende de factores que actúan a diferentes escalas espaciales.
Existen varios tipos de diversidad
dependiendo de la escala considerada. Se habla de diversidad alfa cuando
se estudia la riqueza de especies en un contexto local, como en un
campo de cultivo; diversidad beta, cuando examinamos cómo cambia el
número especies presentes a lo largo de un gradiente ambiental o
geográfico; y diversidad gamma, si se estudia la diversidad en una
región.
La investigación se ha realizado en 32
campos de cultivo de cereal de tres regiones agrícolas del centro de
España. Se ha examinado cómo contribuyen a la diversidad total los
componentes de la diversidad en las distintas escalas, y cómo estos
componentes responden a diferentes factores, como la aplicación de
medidas agroambientales, el tamaño de los campos de cultivo, la
conectividad y el mosaico paisajístico.
El efecto de la escala
Los elementos que más contribuyeron
a la diversidad florística total fueron las diferencias en las especies
de plantas entre regiones, y en segundo lugar, entre campos dentro de
la misma región. La longitud de bordes naturales o seminaturales
(linderos) aumentó sensiblemente la riqueza de especies, tanto a escala
local como regional; de hecho, de las casi 300 especies de plantas
encontradas, más del 80 por ciento se localizaron en los bordes de los
campos. Por el contrario, la aplicación de medidas agroambientales solo
aumentó la diversidad alfa (en el campo de cultivo).
Estos resultados cuestionan, de algún
modo, la efectividad de las medidas actuales, que tienen claras
limitaciones debido a su carácter local, ya que suelen realizarse en
parcelas o pequeñas explotaciones agrarias y no benefician a los
componentes que más contribuyen a la diversidad total.
El estudio concluye que los programas
agroambientales deberían incorporar opciones de gestión dirigidas a
conservar los bordes naturales o seminaturales, así como otros hábitats
no productivos, para favorecer la migración desde estos hacia los
cultivos y aumentar así la diversidad total de plantas a escala
regional.
Más información en Ecological Applications (a través de la web de Investigación y Ciencia).
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