Las células eucariotas fotosintéticas
contienen orgánulos, los plastos o cloroplastos, responsables de la
fotosíntesis. Los plastos albergan ADN, un vestigio de su pasado como
cianobacterias de vida libre. Un estudio ha utilizado la genómica
comparativa en Cyanophora paradoxa para proponer una solución a
la cuestión de cómo los plastos se extendieron entre los eucariotas y
dieron lugar a algas y plantas.
En las últimas décadas, se ha hecho
cada vez más evidente que los eucariotas fotosintéticos aparecieron por
endosimbiosis, proceso de asociación en que una célula ecuariota acoge
en su interior a una célula fotosintética, una cianobacteria. Los
orgánulos de origen endosimbiótico aparecen muy transformados, pero
conservan un genoma propio y se multiplican autónomamente, lo que revela
su origen como organismos distintos.
C. paradoxa todavía
conserva una versión menos «domesticada» de esa cianobacteria primitiva
que la mayoría de otras plantas. Según el análisis del genoma del alga,
de unos 70 millones de pares de bases, la incorporación de la
cianobacteria debió suceder solo una vez, debido a que la mayoría de las
plantas actuales comparten los genes que hicieron posible la fusión del
fotosintetizador y el huésped de mayor tamaño. Esa unión exigió no solo
la cooperación del huésped original y del fotosintetizador de vida
libre, sino también de un parásito bacteriano del grupo Chlamydia.
Este último proporcionó los genes que hicieron posible el transporte de
los compuestos orgánicos sintetizados por la cianobacteria, hoy
conocido como plasto o cloroplasto, hasta la célula huésped. Las tres
entidades forjaron ese orgánulo incipiente, proceso al que contribuyeron
múltiples transferencias horizontales de genes, así como de otras
bacterias.
Fuente: Science (a través de la web de Investigación y Ciencia)
Fuente: Science (a través de la web de Investigación y Ciencia)
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